miércoles, 16 de enero de 2008

Retomando el Búho y la Calandria

Quisiera retomar el texto que subió Máximo. Muy sugerente, provocador diría.
Varias veces lo he leído y por lo pronto me parece que puedo aportar algunas reflexiones que abran nuevas líneas para analizar.
¿Son tan diferentes, tienen tanto contraste el Búho y la Calandria? En todo caso: ¿Cuál, si esto ocurre, condiciona a cuál? ¿Por qué?
El Búho, ave nocturna que "ve" de noche, es decir, en la oscuridad, lleva una vida tensa, de eterna vigilia. Es que en la oscuridad el peligro acecha, los contornos pierden definición, el alimento implica aventura y riesgo.
Pero el Búho, que se alimenta de noche, debe también pasar el día, hasta podríamos decir, sufrirlo. Es que para quien está acostumbrado a "vivir de noche", mucha luz puede enceguecer.
Su habilidad se manifiesta en la oscuridad, ese es su mundo, pero también suele ser su universo.
El Búho no canta, emite sonidos para defenderse, marcar territorio o aparearse. Su voz denota un andar solitario, lento, precavido.
Es que el Búho debe otear el horizonte, animarse a sitios sin explorar, debe ir más allá. Tanta tensión hace necesaria la pausa, el análisis de situación.
En este contexto, no es tan sencillo vivir de a dos.
La Calandria, por su parte, emite un canto subyugante, dulce, conmovedor. Es que el campo sin trinos suena a "hueco"; algo no está bien.
Su mundo es diurno, y despierta con los rayos del sol. Este sol que alumbra, pero también que pone todo en evidencia. Los peligros que en la noche están al acecho, aquí son certeza evidente.
No es fácil moverse de día, en especial cuando uno "ve" que no está solo, y que la propia existencia es una más entre tantos miles que vuelan por allí. El canto de la Calandria es un canto más, y sin embargo, aún así, es único. ¿Lo sabrá?
El problema también es que mucha luz enceguece, deslumbra, provoca espejismos, distorsiona. Muchas "Calandrias" son las que se obnubilan con las "luces"... hasta que se apagan.
La Calandria vive sumergida entre los cantos, es decir, en el ruido, y despertarse en el silencio de la noche, "en la silenciosa oscuridad", puede resultarle ensordecedor.
El Búho duerme de día, la Calandria de noche y por eso ninguno de los dos puede tener una visión holística de la realidad. Siempre, Búho o Calandria, algo falta.
Y entonces yo me pregunto: ¿Que pasaría si en un tiempo meridiano (¿La penunbra del amancer o del crepúsculo, tal vez?), donde no haya demasiada luz, pero tampoco tanta oscuridad, ambos decidieran dia-logar?
Sería un camino largo, lento, dificultoso. Un andar de desprendimiento y aprendizaje. Cada uno deberá callar, conocer y reconocer el mundo del otro. Cada uno deberá salirse de sí para ir al encuento de la alteridad.
Pero claro, estamos hablando de verdadero diálogo, no de discusión, imposición o disputa. No se trata de convencer al otro de las bondades de "mi mundo", sino de darle a conocer el mismo.
Un diálogo con orejas grandotes, y con las dos orejas, y con una sola boca pequeña, muy pequeñita.
Parece como que si en este diálogo la visión del mundo pudiese ser más completa, por lo tanto, más compleja. Acaso desde aquí nazca la fraternidad verdadera, profunda, irreductible.
El Búho y la Calandria podrían quizás descubrir que sus mundos no son síno el mismo e idéntico mundo, pero con otras condiciones, con diferentes condimentos.
¿Son tan diferentes el Búho y la Calandria? NO, solo que ellos aún no se han dado cuenta. Y lo más interesante, ninguno condiciona al otro, los dos son condicionados y necesarios, pues ¿Qué sería de la vida sin el canto? ¿Que sería de la vida también sin poder otear la oscuridad, el buscar e ir más allá?
Decía un gran filósofo contemporáneo, Jauretche, en una exposición luego traducida en un texto muy interesante: "Nos quieren ver tristes, porque un pueblo triste es un pueblo sometido, fácil de dominar; por eso vamos cantando a la lucha..."
¿El Búho o la Calandria? En realidad, yo creo que LA VIDA... pero cantando.

6 comentarios:

Máximo Chaparro dijo...

Chamigo, me has dejado sin palabras. Digno texto el tuyo.
¿El Búho ó la Calandria? No. El Búho y la Calandria que dialogan en una tenue luz ... digna imagen para América Latina.

Un abrazo.

Máximo

Escritores de Basavilbaso dijo...

El justo medio, el entendimiento, la comunicación, el ponerse en el lugar del otro.
¡Qué maravillosa realidad!
El conocimiento profundo de quien tiene la necesidad de conocer y conocerse, de salir de sí para encontrarse con la diversidad y poder volver al interior y descubrir otro/otra mejor, cambiado, renovado.
Buho y Calandria aprendiendo y transformando...

Máximo Chaparro dijo...

El Búho, símbolo del crepúsculo (Europa), y la Calandria, símbolo del amanecer y de un Mundo nuevo (Iberoamérica), pueden mirar, ver y quizás, los dos cantar. Entonces Europa renacerá e Iberoamérica será el ámbito de un nuevo tipo antropológico. Me parece.
Por ello lo que ha escrito Sergio y lo que indica Sofía de Lourdes, me dejan pensativo, gustosa y esperanzadamente pensativo.
Máximo

Sergio dijo...

Quisiera agregar un nuevo elemento, no para analizar, sino para contextualizar. El Búho y la Calandria son dos aspectos de una realidad mucho mayor... y que también necesitan dialogar, ser valorados, escuchados, comprendidos.
En efecto, también tenemos los teros, gallinetas, horneritos, cardenales y otras especies, como lombrices, ranas, tortugas, y para colmo, matizado con árboles, enredaderas, pastizales. Todo en el suelo vítal regado por el agua que "da vida".
Lo diverso, lo distinto, lo complejo...
Atender esta realidad ayuda con la humildad; no es tan fácil creerse el ombligo del mundo.

sandramarcelaiannone dijo...

Mirémoslo desde esto otro punto de vista… todos en algún momento de nuestra vida somos búhos…. Y somos calandrias… en la amistad …. en el amor …. en la historia….

sandramarcelaiannone dijo...

He aquí una calandria: José Martí...1891
"Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.
No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo ante el mundo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos. Los que se enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una, las dos manos. Los que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron, con el sable tinto en la sangre de sus mismas venas, la tierra del hermano vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas, si no quieren que les llame el pueblo ladrones, devuélvanle sus tierras al hermano. Las deudas del honor no las cobra el honrado en dinero, a tanto por la bofetada. Ya no podemos ser el pueblo de hojas, que vive en el aire, con la copa cargada de flor, restallando o zumbando, según la acaricie el capricho de la luz, o la tundan y talen las tempestades; ¡los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas! Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes".