sábado, 24 de enero de 2009

HECHOS.... PALABRAS...

Es un hecho que las palabras dicen aquello que significan, o al menos convencionalmente así debe ser.
Un discurso, moralmente irreprochable, es aquel que claramente expone contenido, sin ambages, confirmando coherencia, respondiendo desafíos, mostrando la inteligencia sobre tal o cual cuestión, haciendo diáfanas las ideas.
Pero también la palabra implica la persona, la desnuda ante el interlocutor, le abre las puertas al "otro" para su comprensión y lectura. Podría en este sentido también decirse que "soy aquello que digo", aún cuando lo que diga sean mentiras o hipocresías, porque en este caso, aún dolorosamente, la palabra mostraría mi "ser mentiroso o hipócrita".
Pero existen muchas formas de palabras, restringir sus alcances a lo fonético o limitarla a la escritura es un reduccionismo que no se sostiene bajo ninguna lógica seria.
Así, decimos con las miradas, los silencios, las caricias, las ausencias, nuestra forma de participar, el modo de involucrarnos, el estilo de vida, el compromiso, etc., sumando todos los antónimos a los sustantivos y verbos propuestos.
En este contexto, las palabras, cualquiera sea su símbolo o signo, adquiriendo cualquier forma de expresión y comunicación, implica toda la persona. Acaso por eso los seres humanos seamos tan contradictorios, y en este sentido no excluyo a nadie, pues asumo que todos somos humanos.
¿Cuál es la diferencia, entonces, entre un mentiroso y alguien que pugna por la verdad? ¿Cuál la diferencia entre el pusilánime y el valiente? ¿Entre el obsecuente y el consecuente?
Según veo, desde mi humilde y pequeña inteligencia sobre el tema, en la tensión dialéctica permanente entre lo que se es lo que se quiere ser, entre lo que se alcanzó y lo que se quiere alcanzar, entre el ser y el deber ser.
Acaso por eso muchos al hablar lo hacen con gran elocuencia, con cierta dosis de "verdad", pero sus palabras caen rápidamente ante los hechos que por sí mismos, en otro lenguaje descubren las intenciones ocultas, los egoísmos más contumases, las mentiras más atroces. Estos hechos, obviamente tienen múltiples expresiones, acaso las más común sea el silencio y la omisión, pero el más perverso es la complicidad.
Y en estos temas ya estamos en el terreno de las decisiones. Es una decisión personal involucrase, también lo es no hacerlo. Es una decisión personal vivir para sí y los tuyos, o construir comunidad. Es una decisión personal aceptar las cosas como son y no intentar cambiarlas, o pretender asumir la política en su más noble acepción
Y no deja de ser una decisión absolutamente personal tratar de aprender y buscar el deber ser... o no.

Ha sido sólo una reflexión en voz alta. Al fin y al cabo, ¿Quién dijo que mañana vengan por ti y muchos se levanten o bien, nadie mueva un dedo? ¿O seas calumniado y los tuyos griten, demuestren, peleen, o callen complacientes?

No, no se trata de defender personas, nunca fue ese el tema ni lo será, se trata de una forma de ver, ser y entender el mundo. Para algunos esencial, para otros existencial, pero en el medio estamos nosotros. ¿Qué podremos decir?
Búhos no somos, pero... ¿Estamos siendo al menos pichón de calandria? Ojalá que sí. Caso contrario, tendremos muchos autores en la memoria, varias horas de "cátedras" encima, un hermoso título más colgado en la pared (si es que lo alcanzamos o está legalizado), pero carentes de sentido ético, sin compromiso moral.
Estos son tiempos de "conveniencias" (pareciera), sin lugar para los ideales y la convicciones. Es un terreno peligroso, donde quízás temporalmente alcancemos éxitos personales o grupales. Pero es cuestión de tiempo, antes o después, la comunidad que construimos nos alcanzará, y si somos "convenientes" nos dará lugar, caso contrario, con sus palabras, nos llevará al no ser, a la vacuidad. Seres descartables por "conveniencia". Yo no quiero vivir en ese mundo ignoto y perverso.
Sintetizando, palabras que dirán qué somos, qué queremos ser, dónde y qué queremos dejar.
¿Parece mucho, no? Depende.